Mea Culpa

|
En realidad no tengo más para ofrecerte que algún consejo desahuciado, enésimo hijo bastardo de una filosofía demasiado barata y de cajón. Quizá una mano cuando necesites dos, o un grito cuando esperes un te quiero. Dos ojos más cafés que marrones y una terquedad que te canta la falta con 23.