Insomne IV

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Maldito el tiempo si no vuelve y si martilla mi presente con su estrépito pasar.

Maldito el día si muere viejo y ya no encuentro el adjetivo que me lleve a ese lugar.

Malditos miedos que minan mis certezas, maldita causa en tiempos de paz.

Malditos labios sin urgencia de vos, calmos e inertes como rendidos al final de un largo caminar.

Malditos brazos si ya no envuelven, si capitulan ante el hartazgo y la rutina.

Maldita nostalgia si mata sólo por las noches, atrincherada en su cuartel de risas y recuerdos.

Maldita mi voz si cuando canta sólo suena a excusas gastadas, a perdones stándar, a tequieros de ocasión.

Malditas canciones que cada vez hablan más de nosotros, y menos de tí.

Malditos pronósticos que ya no hablan de nosotros, y menos de mí.

Malditas las letras de este teclado agrandado, de esta Internet que nos deja sin humanidad.

Maldito el camino que me lleva a lugares que detesto, a los grises de un extemista in extremis.

Maldita las ganas de escribir sobre este hoy, cuando el vagón de mis virtudes acusa cero en la partida del amor.

Maldita mi boca, tus besos; mis manos, tus dedos; mi muerte, tu vida.

Gracias por volar conmigo

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Leer es viajar. Equipaje en mano y con tanto por descubrir abro las primeras páginas de cualquier ciudad en cualquier país. Me voy de mí mismo, me trasciendo.

Toco la puerta de Horacio Quiroga, Hamlet o D’Artagnan, y me invitan a dar una vuelta. A su derecha podrán encontrar las inmensas llanuras argentinas, a su izquierda el castillo de Elsinor y más adelante, con ustedes… la ciudad luz, París.

Qué maravilla! Estoy en el medioevo y veo arder a una tal Juana de Arco, en la Francia ocupada flameo los estandartes de la resistencia, y en Montevideo me tomo la borra del café con Benedetti.

Leer es viajar. Y es dejar de ser quien lee, para se lo que lee. Para ser Pantaleón Pantoja instalando un burdel amazónico, el Quijote luchando contra molinos superpoderosos o Ahasverus vagando por el tiempo, luego de negarle un vaso de agua al nazareno.

Ya fui todos. Fui Pantaleón, fui el Quijote y fui Ahasverus. Viajé por la rue de Seine buscando a la Maga, caminé por las pampas de Martín Fierro y me salvé de Auschtwitz por el bueno de Schindler, mientras el principito nos enseñaba a ser niños para siempre.

Con Winston Smith participé del primer Gran Hermano, corría el año 1984 y Sábato comenzaba a decirnos Nunca Más.

Me mojé en Macondo y fui un tuareg en el Sahara. Liberé a París mientras escuchaba por quién doblan las campanas, luego de encontrar la salida a las ruinas circulares y los laberintos borgeanos.

Libros y más libros. Viajes, lugares, personajes, revoluciones, asesinatos, heroísmos, miserias, amantes, fusiles y libros. Todo en un papel. Porque leer es trascender.