Fuga de abortos y divisas

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Semana rara si las hay. Los pronósticos que anunciaban una estrepitosa fuga de capitales se confirman, a fuerza de los nuevos requisitos para cambiar verdes que el BCRA ha implementado. Hay que darle más explicaciones que a mi novia si se me ocurre comprar un Franklin y meterlo en el colchón. Todo ello luego que las urnas reflejaran un aplastante triunfo oficialista en los comicios de octubre.

La contradicción de la cuestión corroe todas las explicaciones post-triunfo que se dignaron a esbozar los analistas políticos que rondaron por la cajita mágica estos últimos días. ¿Apoyo al modelo? ¿Credibilidad en las finanzas y la macroeconomía argentina? ¿Confianza en el sistema? Nada de eso, se votó con el bolsillo y con el diario del lunes corrimos todos al arbolito amigo para comprarle las últimas hojas que se le caían. La fiestita del consumo se aplaude y se agradece, pero sus frutos son despreciados y reemplazados por dólares americanos.

¿Cómo explicarlo? Basta con apelar a un lugar común: estamos en Argentina, todo puede pasar. Confiamos en el sistema y las urnas así lo reflejan, pero ni chupados con leche acumulamos pesos. El ahorro es en dólares o en propiedades (yo opto por la primera, con 400 morlacos no me alcanza ni para el buzón).

El paquete de medidas procura convertir a los muñequitos de la AFIP en agentes de la Gestapo o la KGB, indagando de qué yacimiento petrolífero obtuve los 432 pesos necesarios para cambiar 100 dólares. Semejante olfateada en la nuca se da de bruces con un gobierno que ha hecho del respeto de los Derechos una bandera partidaria y del progresismo el elixir semántico de los tiempos que corren.

Al mismo tiempo y por el mismo canal, la cruzada por el aborto legal (o no) se desata en las puertas del Congreso.

Los sectores más conservadores de la sociedad argentina (o porteña, que es lo mismo), patrocinados por la corporación de la Santa Sede, se rajan las vestiduras de sólo pensar que un feto pueda ser “asesinado” so pretexto de respetar algo tan insignificante como la libertad de las mujeres; mientras el padre Grassi continúa jugando al doctor con muñecos de verdad. Pero sobre esto… en bocas cerradas no entran moscas.

Aquí nos topamos con un nuevo dilema que la reina K tendrá que resolver. Un apoyo a la reforma legislativa la posicionaría nuevamente en la cima del ranking progre latinoamericano. Pero se ganaría un enemigo que ha volteado imperios y presidentes: La Iglesia Católica.

Que los herejes ardan en la hoguera y el infierno. O comprate 2000 dólares y alzate a Playa del Carmen a escuchar los wuachiturros. Aquí todo seguirá igual.