Ayer, hoy, mañana

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El calendario, implacable fax de nuestra conciencia, escupe sus días, ya históricos, y en el camino quedan cansancios, fatigas y algunas alegrías.

El futuro yace en sus hojas numeradas: parciales, trabajos, compromisos... y algún resquicio de nada, para acordarse que, de vez en cuando, vale también vivir.

Los hay de todas las formas y colores. Digitales, de papel, al margen de la página o aferrado a la puerta de la heladera. Algunos dejan caer sus días cuando ya no les sirven, otros estallan en sonidos y vibraciones, alertando que a la seis hay cita con el dentista.
El dentista! Hay algo más feo que ir al dentista? Sólo pensar en esa violación, tan legal, transparente y necesaria, da ganas de hacerme un tratamiento de conducto en todas las muelas.

Pero no, estaba equivocado. El dentista era ayer. Que làstima. Hoy me toca otra suerte.
Transemos.
Los pactos con el calendario son tan silenciosos que la fechoría queda inter-partes.
Dale, hagamos que sea viernes, sólo por hoy.

3 comentarios:

Objetivo de dijo...

hagamos que sea sábado... y que el calendario nos haga salir un sonrisa, porque nos recuerda de ese día en que nos animamos a empezar :)

Tefi Cabanne dijo...

no se vale que hagan comentarios que sólo ustedes entienden! ja!

Jesús dijo...

el que no sienta ganas de recordar este dichoso, seguramente no aprovecho bien ese resquicio de nada.
muy bueno amigo,
abrazo.-

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