La brisa de la muerte enamorada

|
El “clock” del descorche y su consecuente espuma jamás hubieran vaticinado que el año que empezaba traía un fusil bajo el brazo, cargado hasta el pico y con la mira puesta en muchos frentes, caros al afecto de los nuestros, de los míos. Demasiados.

El 2009 debutaba riéndose de nosotros, como lo hace el sabio del ignorante o el necio, y entre copas y carcajadas le dimos la bienvenida. Que inocentes. Que hijo de puta.

Tres meses faltan para decirle adiós y la ecuación tiene ya varias equis menos.
Implacable, silencioso, afilado.
Muchas muertes para tan pocas lágrimas. Demasiada ausencia para tantas ganas de estar. De vivir, de compartir, pero no de recordar. No de extrañar.

Ustedes saben a quienes me refiero.

La nómina de víctimas se ensancha y la silueta de la negra cantora nos dice adiós (sólo la silueta). Eterna voz de América Latina, voz del pueblo, de la historia, del campo, de las raíces, de lo que somos (hoy somos un poco menos). Desde tu garganta repercute al unísono y en un sólo eco el tronar de este sur, esquina del mundo y del continente ; pero se escucha.

Y la lista sigue. Benedetti nos pide que no nos salvemos y Michael baila al compás de esta balada del diablo y la muerte; tan real, tan mortífera, tan bastarda.

Y al final, Peña se ríe de este melodrama y le pide al Ricar que le alcance el bisturí para cortarle al 2009 las alas y que de una vez se vaya a la mierda y nos deje vivir (o morir) en paz.

0 comentarios:

Publicar un comentario