De vacíos y otras yerbas II

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Como explicarlo… un día escuché “para la libertad” y no pude dejar de tararearla hasta que el duna de mi viejo llegó de la granja. Un día probé el sabor de las lágrimas del gol y el del llanto con dolor a goleada en cancha propia.
Y por fin un día, y muchos, y demasiados pocos para mi (dis)gusto, descubrí por donde gambetea la felicidad: los criollitos y la coca con Olé en mano; Joaquín que entona ”de sobra sabés…” algunas cuadras antes de llegar a destino; ese beso que por robado vale el doble y por breve vale olvidarlo (o por miedo); Los Simpson; los colores (esos); manolo y su forma de cagarsele de risa a la tristeza; el miedo a la rutina; la rutina desplomada por un llamado intempestivo que vaticina algún encuentro; el profe que no vino; a fulana que le vino; Rick mirando el avión que despega en esa casa más blanca que nunca; las ganas de verte; las desganas de casi todo; pero todos recibiéndote luego de una estadía en el país de las estrellas; la risa de mi viejo (escasa como el azafrán); la bruma de recuerdos que se asoman en el norte de un vaso de fernet; el óleo de una mujer con sombrero; o sin; los rulos del agu; el amor en los tiempos del “te ha llegado un mensaje” y esa canción que todavía no dejo de tararear, quizá porque el auto aún no llegó. Ojalá no llegue nunca.

YO

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