Exigid el beso de las buenas noches

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Emociónate, niño. Tu mamá es emocionante, tu sonajero es emocionante, el velador y los muñecos: Pinocho, Yogui, Dumbo, Shreck. Son tus amigos, tus primeros amigos, descansan en tu cama, se cubren con tus sábanas, viven en tu pieza y no parpadean nunca para no perderte de vista. Los juguetes son emocionantes. Y los amigos. Llora todo lo que tengas que llorar. Los hombres lloran. Las mujeres lloran. Los niños lloran. Llora hasta que tengan que llevarte al oftalmólogo. No dejes de llorar porque si no las lágrimas se secan, el sarro se convierte en musgo y el musgo está en la base de la requetristeza. Cosas que producen llanto: algunas canciones, el polvo de los libros, la cortesía de los ciegos, la razón de los locos, el nadador invernal –viejo y obstinado– que espera junto a la pileta vacía del Parque Sarmiento. Que antes de dormir te den el beso de las buenas noches .Y si no, no. Cuando aprendas a caminar practica un balanceo suave y firme, un paso que sutilmente diga “si les gusta bien y si no se van todos a la mierda”. Otra cosa: no elijas el camino más corto sino el más largo. Es una de las pocas maneras que existe para conocer de cerca la aventura. Las aventuras forman una parte decisiva en el alma de los hombres. El alma, como los calzoncillos, tiene cuatro tallas: S, M, L y XL. Cuando los hombres consiguen transformar la XL en XXL es que han hecho un hermoso viaje a lo largo de su vida. Es tan decisivo caminar como intrascendente la llegada. Para llegar están los aviones. Si se observa desde la Luna, Córdoba ocupa el mismo espacio que la luz en el ojo de un gorrión. Córdoba es la Tierra. Recorrerás miles de kilómetros pero no podrás abandonarla porque te seguirá adonde vayas. Cuando estés dormido, Córdoba, como una mujer que limpia durante años las mismas oficinas, estará despierta a tu lado para estorbar el paso de la muerte. Pero vos todavía no sabés qué son las palabras. Ni adónde van a parar. Las historias viven en los libros. Y algunas, muy pocas, almacenadas en la memoria de la gente. Dumbo no es Dumbo sino la historia de Dumbo. Vos mismo sos una historia que existe desde mucho tiempo antes que tus viejos se conocieran. Mirá, estos son los anteojos de mi papá. Con ellos leía el diario. Ahora no los utiliza nadie. Pero siguen conmigo. Eso también es una historia. Si te acostumbrás a algo, estás liquidado. Hay que leer, chico. Leer en la cama, en el ómnibus, en la cola del mercado, en el calabozo, en la cancha, en los hoteles y en el colegio. Y, también, cuando se corta la luz. Alguna vez te darás cuenta de que, para leer no hace falta luz. Ni siquiera hacen falta libros. Leer será tu válvula de escape, tu desahogo y tu consuelo. Sarmiento definía la lectura como “la hermosa quietud”. Cuando era todavía un adolescente, Sarmiento recorría en mula el territorio y enseñaba a leer a los paisanos. Algunas noches se quedaba a dormir junto al cajón de los arreos. La cabeza de Sarmiento es esa bomba que aparece en los billetes de cincuenta pesos. Algún día hablaremos del dinero. Ojalá supieras hablar, chico, para que me dijeras algo, aunque sea una mentira. Que no te tomen el pelo. Ni te lleven por delante. Nunca. Nadie. Voy a dejarte una frase de Mark Twain para cuando aprendas a leer: “Si tu enemigo es más débil, perdónalo. Si es más fuerte, perdónate”. Cuando crezcas hablaremos de Mark Twain. Y especialmente de esa frase. No me daría miedo saber que ésta es la última nota que escribo. Hablar con un niño es, señores, un acto revolucionario. Chico, no sé exactamente cuándo se celebra tu día, pero sé que anda por aquí cerca, este domingo o el que viene. Podés hacer lo que quieras. Hasta cambiarte de nombre. ¿Querés llamarte Polaroid? ¿Gatichaves? ¿Wenceslao? Aprobado, aprobado, aprobado. ¿Sabés lo que hizo Chaplin? Cambió la fecha de su nacimiento y comenzó a festejar su cumpleaños en Navidad. Chaplin fue un hombre dos mil años más joven y quince centímetros más bajo que Cristo. A Chaplin lo trajo el cine y a Cristo lo trajo el viento. Nadie sabe nunca de dónde viene el viento. Ese signo que aparece al final de la frase anterior (.) se llama punto. Punto y aparte. Tenelo en cuenta para el día que aprendas a escribir: Cabral clavó un clavo, ¿qué clavo clavó Cabral? Semi-dormido como estás, te parecés a una bolsa de harina. ¡Llénate de júbilo, niño! Pronto aparecerán los primeros obstáculos, bebé. La puerta por ejemplo. Está cerrada, indiferente. ¡Ábrete puerta! Es inútil. La puerta no da señales de haberte escuchado. Oh niño, ese puntazo que te hace doler el corazón se llama sufrimiento. Te crecerá el bigote y seguirás sufriendo. Las mujeres comentarán el encanto de tus húmedos bigotes y seguirás sufriendo. Por fin se te caerá el bigote pero seguirás sufriendo. Si has comprendido lo que acabo de decir, escupí el chupete. Tomá vitaminas, no respires debajo del agua, no jodas con las abejas, votá a los radicales, comete esa manzana, cepillate los dientes, dormí la siesta, no cruces la calle con semáforo rojo, hacete hincha de Talleres, poné la música más baja, no hables con la boca llena, limpiá la bicicleta, recuerda lo hermoso que eres, lo mucho que te queremos y que después de la primera muerte ya no hay otra. ¿Hiciste pipí? Es lo que me decían a mi cuando era niño. O naturalmente te dirán que las cosas están bien como están y que nada tiene que cambiar porque así lo quiere Dios. Macanas. El Sol no es el centro de la creación. El centro de la creación sos vos. Podrías, si quisieras, inventar una palabra nueva cada día. Por ejemplo la palabra chemenesky. –Mamá, hoy estás muy chemenesky. Te juego lo que quieras a que no te dice nada. Y es que tu vieja es verdaderamente una mujer muy chemenesky. Algún día se publicará un diccionario con todos tus inventos y será una revelación. Dentro de tres o cuatro años me imagino escribiendo otra nota para el Día del Niño. ¿Qué se habrá hecho –pensaré– de aquel pibe fabuloso a quien le escribí una carta en agosto del 2007? Dios mío, niño, por favor, nunca te mueras.

Salzano-

2 comentarios:

Unknown dijo...

Ay amigo!! Me regalaste esta carta hermosa cuando Benja estaba en la panza, me robo algunas lagrimas la primera vez y hoy vuelve a producirme lo mismo y creo que mas... el tiempo que no cesa nos hace crecer; y cuando uno crece logra entender algunas cosas más que antes. Por eso,hoy me encuentro con estas líneas de nuevo, les encuentro un significado más profundo que aquella vez y vuelvo a emocionarme desde otro lugar. Gracias por eso.

marcos blanco dijo...

de nada amiga!! Salzano jamás tiene desperdicio, lo leo hace años, y esto es de lo mejor q escribió,,, es una declaración de vida,,, una forma de mojarle la oreja al tiempo y dejar sentado que hay ciertas cosas q no tienen q cambiar, y q los q nos sobrevivan tienen q mamar desde mocosos,,, las pequeñas y no tan pequeñas cosas q hacen q la vida sea eso, la vida

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