El futuro llegó

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Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la tensión por la paz y la hegemonía del globo se debatían entre el bloque soviético y el norteamericano. Pero la carrera nuclear traía entre manos algo más que uranio: en aras de crear un sistema de comunicaciones que sobreviviera al conflicto, surgió Arpanet, consistente en “una red de ordenadores en la que todos los nodos tuvieran la misma importancia, de tal forma que la desaparición de uno de ellos no afectara al tráfico. Los datos se dividirían en paquetes, que podrían seguir distintas rutas, pero que deberían reunirse en el punto de destino”[1] (antecedente de la tecnología en conmutación de paquetes).
Luego, este primitivo proyecto se unió con otras redes y Robert Kahn introdujo definitivamente esta “arquitectura abierta” en 1972 (“Internetting”). En 1983 se separa la parte militar de la civil de la red, y se instituye ese año como el del nacimiento de Internet, el cual se desarrolla mediante computadoras (clientes) que se conectan a los servidores de Internet (proveedores). La información no se transmite toda junta, sino por distintas vías y en paquetes, que se encuentran luego en el lugar de destino. Es lo que se denomina “tecnología en conmutación de paquetes”.
A partir de allí y creciendo en proporciones geométricas, la influencia de Internet en la vida de la civilización es trascendental: “En este nuevo universo descentrado (…) La cultura se hace parte en un mercado donde los bienes y servicios son de rápida obsolescencia (…) El consumidor se convierte en un hermeneuta: su función es seleccionar, reconocer y apropiarse de ese universo”.[2]
Hay quienes indican, (como Martín Hopenhayn) que todo esto conlleva a una tendencia acelerada a la desterritorialización cultural, mientras que otros, aducen que “va a producir resultados maravillosos, las personas de diferentes culturas continuarán expresándose y enriqueciéndose por la exposición”[3]
Lo cierto es que, en el ámbito de los negocios, las transacciones se realizan en cuestión de segundos, disminuyendo tiempos y tornando inexistentes las distancias; la vida privada lo es cada vez en menor medida, y es un desafío para el Derecho colmar las lagunas jurídicas existentes al respecto.
La fortaleza de Internet radica la falta de jerarquía y la flexibilidad,[4]en su capacidad de transportar grandes cantidades de datos a gran velocidad; sus desventajas son la falta de legislación común y escasos controles de contenido.


[1] MILLAN, José Antonio. “Breve Historia de la Internet”, “El fruto caliente de la guerra fría”.
[2] HOPENHAYN, Martín. “Orden mediático y orden cultural: Una ecuación en busca de Resolución”.
[3] SERAGELDEN, Ismael. (Director de la biblioteca de Alejandría) “Debate Memoria y diversidad cultural”.
[4] MILLAN, José Antonio. “Breve Historia de la Internet”, “El fruto caliente de la guerra fría”.

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